Bóvedas del fin del mundo: Así funcionan los búnkeres para semillas en Chile y otros países
En un nuevo capítulo de Cambio de Grado, nuestra meteoróloga Laura Batista estuvo con Iris Lobos, directora nacional del Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA), quién además es doctora en alimentación y medio ambiente de Salamanca, conversaron sobre la conservación de semillas en Chile y el mundo.
¿Qué es la bóveda del fin del mundo?
Es un banco de semillas, subterráneo que se encuentra bajo la nieve en Noruega. Este lugar cuenta con especies de todo el mundo, y es ahí, que se protege el alimento para el futuro.
En esta iniciativa colaboran más de 70 instituciones donde en total, hay más de 1 millón de semillas. Según la experta Lobos, de Chile en específico, cuentan con granos de trigo de 100 variedades aproximadamente. Se encuentran bajo el concepto de caja negra, lo que quiere decir, que pueden ser sacadas solamente por nuestro país.
Ella explica que “hay otros países que tienen otros cultivos como pasa con Perú con la papa o Colombia con los alimentos tropicales, leguminosas, etc”. Además, asegura que las razones para promover esto son varias, el cambio climático, virus, incendios, inundaciones, etc.
¿Qué pasa en Chile?
La experta Lobos menciona que en el país también existen bancos de semillas, más acotados pero que buscan lo mismo que la bóveda del fin del mundo.
Hay una red en el INIA. El principal banco es el de Vicuña, este se encuentra bajo un cerro, según la directora, que es a prueba de todo. Lobos explica que “hay especies cultivadas y especies endémicas, tenemos trigo, poroto, arroz, flora, leguminosas, etc...”. Además, hay proyectos que buscan recuperar y resguardar especies endémicas de nuestro país, como, por ejemplo, flores del desierto.
Las bóvedas en Chile son con 100 años de duración, donde cada cierto tiempo se deben monitorear para ver si la conservación de las semillas está siendo adecuada. La experta explica que “tenemos que preocuparnos de la falta de agua, del exceso de químicos, de hacer una rotación en el suelo, cómo cuidar esos microorganismos para que el cultivo se regenere, crezca y se reproduzca”.
Además, respecto a la importancia de que Chile cuente con sus propias semillas, ella afirma que “tenemos que ser un país con soberanía y seguridad alimentaria, que permita el acceso de que toda la población chilena se abastezca de ella”. Lo anterior, para no depender solo de la importación.
El Ministerio de Agricultura mandata a la institución sobre qué patrimonio fitogenético del país se debe resguardar. Además, el INIA posee un convenio con el Ministerio de Ciencia para trabajar con la agricultura familiar campesina en los pueblos originarios. La experta, explica que es un trabajo colaborativo, ya que ellos les enseñan cómo limpiar una semilla, a resguardarlas o regenerarlas en el campo y a cambio se dejan semillas como contramuestra en el banco. Lobos menciona que lo han hecho en Vicuña, Coquimbo y Ñuble.
¿Cómo es la búsqueda en terreno?
Las expediciones no son fáciles en nuestro país, la extensión del terreno y las condiciones diversas son factores que afectan. Las recolecciones que hace el INIA son a lo largo de Chile, por lo que muchas búsquedas se hacen incluso en el desierto, ya que con el cambio climático estamos perdiendo mucha biodiversidad.
Además, se está trabajando en la criopreservación, la experta nos explica que “es una técnica que se hace con nitrógeno a –96°C y que dura mucho más tiempo. La técnica utiliza mucho menos espacio, pero por recursos, no podemos traspasar todas las especies que tenemos guardadas que son alrededor de 33mil accesiones a este tipo de tecnología”. Es un nuevo proceso que se está implementando de a poco, el cual partió con las papas y los ajos, pero que se espera que en un futuro se logre ampliar.